feroces, implacables, rápidas,
aturdían mi historia nublándolas.
Hierba seca es mi piel cansada
que se acomoda en mis tuétanos secos.
Primaveras yacen en mis manos aún
y en mi mente recuerdos adolescentes.
Aunque barco a la deriva soy sin remos
floto aún en el mar de los deseos
cabalgando entre las olas del reloj
que fuerte me hacen a cada momento.
Ni el pasar de las mil y una horas,
ni el caducar por algún desprecio
harán de mi un pobre viejo,
Si en este corazón el amor retengo
y tu recuerdo eterno no pierdo.
(Manuel Cas)
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