domingo, 7 de noviembre de 2010

Sin ella (28 marzo 2008)

Tras una ventana entró en mi vida
sus palabras quedaron inscritas
marcadas con fuego abrasador.
No buscaba aguas benditas
que alentaran a ser bebidas
mas en su copa ella me dió.
El tiempo lograría llenarla día a día
que en adictos nos volvió
en dulces noches de pasión.
Nos mirábamos en el monitor
que llenábamos de besos los dos
hasta que alumbraba el sol.
Las horas corrían en llamadas
que aletargo con caricias de amor
nos unían en la cama a los dos.
Cada amanecer nacía la esperanza
el vernos por fin sin nostalgias
de arrullados sin distancias.
La primavera llegó de su manos
que entralazamos más nos besamos
ya nada más existió para los dos.
Sus sonrisas fueron mis alegrías
besándonos sin pudor en carne viva
nuestras almas se unían.
Comí de tu sed y bebiste de mi hambre
saciando el deseo de los tiempos
en esos encuentros siempre nuevos.
Ella blanca erguida, yo negro contraste
que andando nos impusieron alguien
para quebrar nuestro caminar.
En un silencio se sumiera el júbilo
mezclando nubes grises de tormentas
entre las razones ciertas.
Ya sus ojos no iluminan mi alegría
y sus risas dejarán de ser mías
perderé esas caricias que me envolvían.
Quizás nunca más volveré a soñar
entre sus labios de alivios
que como un niño me sentía.
Los recuerdo de ella me llenan
de pesares en la conciencia
por no nacer en su vida.
Quiero ser como ella es...
y no pensar lo que suceda,
renacer en su amor en una vida
en una eternidad nueva.
Manuel Cas

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